A los estafados por las Participaciones Preferentes de las Cajas nacionalizadas les anuncian la pérdida de una parte sustancial, pero aún indeterminada, de sus ahorros, pues se las quieren canjear por acciones en el caso de Bankia y por no se sabe qué en los de Novagalicia y Cataluña Caixa, pero también les anuncian que el laberinto en el que se les sepultó podría quedarse sin otra salida: el nombramiento de Sebastián Sastre Papiol, hombre de la banca de toda la vida, como magistrado de la Sala Civil del Tribunal Supremo, y encargado presumiblemente, por su especialidad, de establecer la doctrina del dicho tribunal en relación a las demandas por el timo de las Preferentes, se interpreta en medios jurídicos como una amenaza para las víctimas cuyas reclamaciones judiciales acaben en el Supremo por los recursos que interpongan las entidades contra las sentencias desfavorables emitidas en las anteriores instancias.
Ruiz Gallardón mantiene con el presidente del Consejo General del Poder Judicial unas muy buenas relaciones, al contrario que con los jueces, abogados y fiscales
El señor Sastre, director del Departamento de Asesoría Jurídica de La Caixa durante mucho tiempo y hombre de confianza de su presidente, Isidro Fané, recibió hace apenas unos meses, en abril de éste año creo recordar, la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort, condecoración creada en 1944, de manos del actual ministro de Justicia, Ruiz Gallardón, que mantiene con el presidente del Consejo General del Poder Judicial, Gonzalo Moliner, designatario del señor Sastre, unas muy buenas relaciones, al contrario que con los jueces, abogados y fiscales, opuestos radicalmente a la Reforma Judicial que pretende y al "tasazo" que encarece la Justicia y, en consecuencia, su tutela efectiva a todos los ciudadanos. El caso es que cuando las víctimas de la estafa de las Preferentes lleguen con su modesta y razonada demanda de anulación del contrato de las mismas por vicio de consentimiento al Tribunal Supremo, después de haber ganado el pleito en todas las instancias anteriores, se encontrarán al señor Sastre, que, como mínimo, vistos sus antecedentes profesionales, podría suponerse que empatiza más, de suyo, con la otra parte, con la bancaria a la que dedicó tantos años de su vida (desde 1969) y tan notable porción de sus innegables conocimientos.
O dicho de otro modo: primero el MOU desvía las reclamaciones por la "quita" a un lento y farragoso Tribunal, el Contencioso-Administrativo, al que además despoja de capacidad ejecutoria; luego el señor Gallardón sube las tasas judiciales a los particulares, y, por último, un señor relacionado con la banca se sienta en la Sala Civil del Supremo. ¿Y qué más?