jueves, 24 de enero de 2013

PREFERENTES BANKIA: LOS MEDIOCRES Y LA ENVIDIA

                 RUEGO HAGAIS EL ESFUERZO NECESARIO PARA SU DIVULGACION 
                            EN TODOS LOS MEDIOS POSIBLES, MUCHAS GRACIAS

Recibo una carta de una amiga con el ruego de darle ENTRADA en este blog. Lo hago
con el placer que produce poder ayudar a alguien que esta siendo perseguido, atacado
ignominiosamente, como es corriente en nuestro País. Si es necesario, se llega a la
venganza que produce la envidia irrefrenable  de los mediocres: ¡A por los que sean!.
Y, han ido a por ellos, vilipendiando de forma insólita e irracional. Es el momento
adecuado, aunque la  vara de medir del "jefecillo" no es la misma que ha usado otras
veces. La mejor moral es la que imbuye  un ser en su niñez y no se separa de ella en
todas las vicisitudes por las que pasa durante su vida. Pero todas...
El olmo, no da peras. El tocino no es de oveja. De donde no hay, no se puede sacar. 
Nunca es bueno crear el desierto moral,  hasta producir la enorme bola de furia que
pone de manifiesto la sed de sacrificios de nuestra herida sociedad.

Entre Presidente, Vicepresidente, Efecto Llamada, y su larga duración en política, a lo
mejor, la solución pueda ser "Efecto Despedida".

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Caza de brujas en la Fundación Ideas
Se descubre que la exmujer del Director de la Fundación Ideas ha estado publicando artículos bajo seudónimo en dicha fundación. El Director dice no haber estado al corriente de la identidad de la autora, que por estos artículos ha cobrado la retribución fijada por la Fundación, que a lo largo de estos años asciende a 50 o 60 mil euros. Como la autora ha percibido estos ingresos, los ha declarado en su IRPF. No se trata de ingresos ilegales: los articulistas cobran,  porque viven de lo que escriben, y tributan como cualquier ciudadano por sus ingresos. Tratándose de artículos que expresan opiniones políticas, la autora ha querido utilizar un seudónimo. También lo hizo Larra y nadie le frió por aquello, o quizá sí, pero a la fecha nadie recuerda si algún imbécil le acusó de uso fraudulento de una falsa personalidad. Gracias a Dios o al sentido común, lo que se recuerdan son sus artículos. Los seudónimos son comunes en literatura y nada tienen de particular: tal como está el patio, resulta incluso comprensible que algunos autores prefieran crearse un alter ego que diga por ellos lo que debería decirse, cargando un poquito las tintas, sin miedo a ofender.
Pero volvamos a Irene y a Carlos Mulas. El error de Irene no fue utilizar un seudónimo (¿por qué?), sino publicar en la fundación de su marido. Es cierto que ambos estaban separados desde 2009, no hay más que investigar un poco la trayectoria profesional de uno y otra para constatar que han vivido en distintas ciudades, en distintos países, en los últimos años. A mí sí me parece verosímil que Irene sin el conocimiento de Carlos publicara en la Fundación, con la que ya tenía contactos antes de separarse, y que, precisamente para preservar su independencia y no implicar a Carlos en sus opiniones, utilizara un falso nombre.
Ocurre esto en un momento en que el tesorero del Partido Popular, Luis Bárcenas, está siendo investigado por sus cuentas millonarias en Suiza. En que diputados del Partido Popular están siendo acusados de recibir sobresueldos en sobres por los que nunca tributaron. Qué gran oportunidad para desviar la atención, para acusar al partido de la oposición de iguales catástrofes. Los periodistas de El Mundo empezaron sosteniendo que Amy Martin era el propio Carlos. En prensa parece que rige la máxima calumnia y algo queda.
El PSOE, que debería haberse alineado con su Director, lo ha fulminado sin darle la oportunidad de explicarse. Los tiempos exigen impecabilidad, y si el descrédito de un Director sirve para lavar la imagen de su partido, hágase. A ojos de Jesús Caldera, y quizá de Rubalcaba, Carlos es un sacrificio necesario. No es nada personal: quizá incluso piensan que es un buen chico, pero la política está por encima de la moral. Piensen esto, que es muy duro: la política está por encima de la moral. Luego lamentamos el destino de este país de ingratos.
Irene también cae y hace la noticia aún más suculenta. El Mundo presenta a Carlos Mulas como un aprovechado, con un Doctorado en Economía, y de Irene dice que “ha estudiado en Columbia”. Perdón, ella también tiene un Doctorado. Y se gana la vida como escritora, como cineasta, como artista libre, pero también como profesora universitaria y gestora cultural –señores periodistas, estudien un poco su curriculum-. Que ambos tengan unos resultados académicos excepcionales y se hayan formado en el extranjero sólo hace más apetecible su caída. Para colmo, hasta son guapos. ¡A la hoguera con los dos!

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