Economía sanciona a Deloitte con 12 millones por su papel en Bankia

  • El ICAC decide multar a la auditora por no ser objetiva cuando avaló la salida a Bolsa

  • Acusa a la firma de no ser independiente al ser consultor a la vez que auditor del banco

  • La compañía alega que prestó servicios a Bankia a petición de la CNMV

Francisco Celma, responsable del sector financiero en Deloitte.
Francisco Celma, responsable del sector financiero en Deloitte. J. BARBANCHO
El Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC) ha decidido sancionar con 12 millones de euros a Deloitte, la primera empresa auditora del país, por su actuación en Bankia durante la salida a Bolsa en 2011, según ha podido confirmar este diario de fuentes conocedoras del expediente sancionador. El organismo prevé formalizar la multa en breve y notificarla a la firma.
El ICAC, organismo dependiente del Ministerio de Economía, considera que Deloitte infringió de forma «muy grave» la Ley de Auditoría de Cuentas al no actuar con la debida independencia. Acusa a la firma de no auditar con objetividad las cuentas de aquel año cuando Bankia salió a Bolsa, porque era al mismo tiempo proveedor de otros servicios de consultoría a la misma entidad financiera que presidía entonces Rodrigo Rato. Las infracciones muy graves pueden llegar a castigarse con hasta el 6% de la facturación de la firma en España, que alcanza los 500 millones anuales. El ICAC ha optado por una multa de en torno a 12 millones, pero no pone en cuestión la licencia de Deloitte para seguir auditando en España, según las fuentes consultadas.
El ICACconcluye así una larga investigación abierta formalmente en mayo de 2013 y que no ha sido resuelta hasta ahora tras desestimar las últimas alegaciones presentadas por Deloitte. Critica que la auditora bendijo las cuentas en la salida a Bolsa, al mismo tiempo que Bankia era un gran cliente de otras de sus ramas de negocio. El banco pagó entonces a Deloitte 3,75 millones por distintos servicios de consultoría, según el expediente sancionador. Se llegó a dar la circunstancia, según la investigación, de que los mismos empleados de Deloitte que ayudaban a elaborar las cuentas, las auditaban después. La actividad de consultor, además de auditor, fue frecuente. En 2012 facturó 490.000 euros a Bankia por asesorar al equipo de Rato a cumplir los nuevos requisitos europeos de saneamiento.
La auditora ha negado categóricamente durante el proceso de alegaciones falta de independencia y ha justificado haber prestado otros servicios a Bankia en el proceso de salida a Bolsa, porque así se lo había solicitado, entre otros, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), pero que eso no ha mermado su objetividad. De hecho, el representante de la CNMV en el comité del ICAC, Paulino García-Suárez, ha mantenido discrepancias con la presidenta del Instituto, Ana María Martínez-Pina, por el caso.
Se da también la paradoja de que la actuación de Deloitte en mayo de 2012 fue decisiva para destapar el agujero de la etapa de Rato. La decisión del socio responsable de Deloitte, Francisco Celma, de plantarse ante Rato y negarse a avalar las cuentas catapultó la caída del ex ministro de Economía del PP. El ex presidente del Comité de Auditoría de Bankia, Ángel Acebes, ha negado que Celma advirtiera de problemas en las cuentas y que siempre las auditaba sin salvedades, pero distintos testigos en el proceso judicial corroboran que éste sí avisó semanas antes. Las opiniones difieren sobre si lo hizo con el suficiente énfasis que requería el problema.
El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, ha defendido la, en su opinión, profesional actuación de Celma. Pero no es este episodio el que juzga el ICAC, sino lo sucedido un año antes, cuando Rato presentó cuentas sin salvedades del auditor en la salida a Bolsa y prometió dividendos, pese a que Bankia estaba clasificada técnicamente en los informes internos de Deloitte como «empresa con pérdidas o en punto muerto o con bajo nivel de rentabilidad». El ICAC lo ve incoherente, pero la auditora sostiene que tal calificación era lógica por la vulnerabilidad en la época del sector financiero, pero no significaba que no creyera en su rentabilidad.