martes, 21 de octubre de 2014

PREFERENTES BANKIA: LOS GIGANTES DEL CINISMO

                                       COPIO, CORTO Y PEGO




Mentiras, hipocresía y fraude


JESÚS RIVASÉS
Martes, 14 de octubre del 2014

Jean François Revel tenía razón y "la primera de todas las fuerzas que dirige el mundo es la mentira". Mentiras, hipocresía y fraude presiden la tragicomedia de las tarjetas black de Caja Madrid, tras el esperpento pujolista de su confesión de un pasado al margen del fisco y tras el enredo de los ERE andaluces. Todo, además, a la espera de que lo que depare la caja de Pandora de Caixa Catalunya y NovaCaixaGalicia.

Mentiras. Exdirectivos y exconsejeros de Caja Madrid afirman, con más o menos detalles, que cuando llegó la crisis hubo que tomar medidas de ahorro y, entre ellas, la contención salarial para toda la plantilla y, claro, también para dar ejemplo, para la dirección general y los miembros del consejo. Ocurrió, sin embargo, que los gerifaltes -como en tantas otras empresas estos años- idearon un procedimiento para quedar bien pero no ganar menos dinero. En Caja Madrid la fórmula consistió en que pudieron disponer, con más alegría incluso que antes, de sus tarjetas de crédito, como una vía -según afirman que les explicaron- de compensar la pérdida de retribuciones. Es decir, lo que perdieron por un lado lo recuperaron por otra y por partida doble, porque quedaba al margen de Hacienda. Hay pocas dudas de que era una retribución en especie, aunque la especie fueran billetes extraídos del cajero. El resto de la plantilla, ¡faltaría más!, no tuvo opciones para recuperar sus pérdidas o congelaciones salariales.

Hipocresía. Exconsejeros y exdirectivos de Caja Madrid se gastaron 15,3 millones de euros con sus tarjetas en todo tipo de cosas, incluidas joyas y también lencería, por citar lo más llamativo. El detalle de los gastos alimenta el morbo nacional y la indignación de quiénes, en situaciones difíciles en tiempos de crisis, no pueden entender ni tolerar esos dispendios. Es lo que llega a los ciudadanos, aunque lo más importante no sean esos 15,3 millones, sino los 22.000 millones de las arcas públicas que hubo que aportar para salvar Bankia, la heredera de Caja Madrid. El desmadre de gastos de los jefes no hundió la entidad, pero sí refleja la forma de gobernar una institución que acabó en desastre. Los gastos indebidos -y existen en muchas empresas- hay que perseguirlos, pero es una gran hipocresía quedarse solo en lo más morboso y llamativo, y que no es lo esencial.

Fraude. Si el uso de las tarjetas por exconsejeros y exdirectivos era un complemento en especie de sus retribuciones como han admitido algunos, esas cantidades deberían haber tributado. Si no lo han hecho han defraudado, Caja Madrid y los beneficiarios, y el argumento de que no sabían si tenían que declararlo no se sostiene entre financieros expertos, catedráticos e incluso técnicos fiscales. Si es así, han defraudado y, aunque menos llamativo, todavía es más importante y grave que haber usado las tarjetas. Es obvio que "la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira".

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